Sobre cómo Corea me ha re-acercado con dulzura a Japón (y viceversa)

Escribo mientras suena esta música

Que Japón siempre me ha atraído no es nada nuevo, ni para mí ni para las personas que se cruzan conmigo y me observan durante un tiempo (no hace falta mucho). 

Como dirían en inglés, seguramente it was written in the stars. Pasó. Así debía ser, al parecer. Como si de un toque de varita se tratara, junto a muchas otras más personas (probablemente generaciones cercanas a la mía), los dibujos japoneses hicieron nacer algo especial en forma de luz, una pequeña espurna ("chispa" en catalán ♥) que ha ido creciendo y que desde hace años sigue sin encontrar el botón de off. Ya sea por H o por B, siempre hay un motivo que la mantiene encendida cual lámpara de aceite, atrayendo la mirada de ese lado curioso que todos tenemos.

La luz sigue ahí, pero sí que he notado que con los años ha ido cambiando de forma, incluso de intensidad, diría. Pero sigue encendida, de eso no hay duda. Nunca duerme, al menos no demasiado profundamente. Siempre se asegura de hacer saber que sigue ahí. Sutilmente, pero con certeza. 

Japón, me gustas. Siempre lo has hecho.
Pero ya no como antes. No de la misma manera. 
Pero sí de forma más real, más natural. Más... tranquila. 
Y ahora, por fin he entendido que eso, en realidad... me gusta ✨


Para mí, el centro de mi interés ya no se resume en lo que suele resonar con más fuerza: la cultura pop. Me sigue gustando, sí, me entretiene de vez en cuando, pero ya no es el centro. El vaso que un día empezó a llenarse y a disfrutarse a pesar de rebosar, queriendo más y más... ha terminado por abrumarme (un poco, al menos). Ya no me impresionan los colores intensos, sorprendentes y deslumbrantes. Más bien, tanto brillo prolongado hace un tiempo que empezó a cansarme la vista. He caído en la cuenta de que si quiero disfrutarlo de verdad, tengo que espaciarlo (como cuando llevas muchas horas delante de una pantalla luminosa).
Le he puesto el modo lectura.
(Me encanta imaginarme que las frases más centradas suenan en forma de eco sobre un fondo negro, como en los anime, jaja)

Y ahora descanso. Y lo disfruto mejor, a un ritmo que se acopla a las necesidades que tengo actualmente. Porque sí, todo cambia (y no siempre para peor). Por mucho que un río pase por el mismo lugar, las aguas nunca son las mismas. De la misma manera, por mucho que yo sea la misma, la forma de expresarme y fluir en esta vida van cambiando. Al principio cuesta reconocer esos cambios (en gran parte porque aún no han tomado forma), confunden, hacen cuestionarte (aún más) quién eres y qué es lo que te define. "¿Es que he perdido la pasión por __ cosa?, ¿Me he vuelto aburrido/a?, ¿Lo que me gustaba era solo algo pasajero?"
Nada es cierto.
Pero nada es falso de todo.
Un ejemplo es este blog. En julio hará diez años que nació, así que obviamente hay cosas que ya no representan por completo tal como es mi presente ("representan el presente." ¿Es el presente una mera representación de algo efímero?).

En fin, como decía, todo fluye, todo cambia. Incluso las estaciones del año, por mucho que se repitan, traen días de lluvia y días de sol en momentos distintos al año anterior. 
En cuanto a mí, ¿qué necesidades tengo actualmente?


Tranquilidad. Calma. Paz. Amabilidad. Contentamiento. Esperanza. 


En otras palabras: quiero cuidar mi energía y usarla solo para sentimientos que despierten emociones que sean beneficiosas, tanto para los demás como para mí (en la medida de lo posible, al menos).
Si bien es cierto que aun así hay días con ritmos más frenéticos y algo de descontrol, el punto de fuga, "el faro" que he establecido y hacia el que miro para reubicarme... es aquel que mira de mantener en mi vida esos seis aspectos mencionados más arriba.

He empezado a bajar la velocidad de mis pensamientos (es un proceso que aún está en obras, pero ya empieza a vislumbrarse un poco la forma que va tomando). Con ello, también estoy intentando tener solo activado el volumen de lo que es perfectamente claro o que al menos no da interferencias. Intento silenciar pensamientos si no son un reflejo claro de algo que he vivido y procesado (por ejemplo, si alguien me ha dicho "buenos días" al salir del ascensor, proceso ese suceso y entonces lo archivo. Sin florituras. No escucho otros pensamientos inciertos que puedan asomarse con ideas como "te ha mirado raro" o "te lo ha dicho con un tono borde"). 

¿Y qué tiene que ver Japón en todo esto? ¿Y Corea?

Mucho.
Ambos han sido (y son) unos de los intereses más notorios de mi vida. Aunque con intensidad irregular, que va subiendo y bajando dependiendo del día, siguen latiendo, como un electrocardiograma que refleja que hay vida. La forma en la que me han ido gustando refleja totalmente cómo yo misma he ido cambiando (y lo cual sigo haciendo).

 


Corea empezó a interesarme de forma similar a Japón, entrando a través de una parte de mí que ya existía y que despertó curiosidad por un país que hasta entonces no conocía (en este caso: a través de las coreografías y moda asiática propias del K-pop). Todo empezó también de forma repentina, intensa y dominada por colores deslumbrantes. Como a las polillas, eso te atrae casi de inmediato y te engancha, queriendo más y más. Sin embargo, como en mi caso la intensidad no se caracteriza por ser duradera (va a rachas, más bien), en un momento dado también terminó por abrumarme (hay muchísimo contenido constantemente, casi al mismo nivel o incluso más que Japón).

Se puede decir que desde mi infancia hasta mi adolescencia viví la parte más otaku/weeaboo de Japón, luego la dejé enfriar cuando me dio por el aléman, volvió a aparecer al entrar en la universidad (2010-2011), y a ello también se añadió el hallyu u ola coreana, caracterizada principalmente por el K-pop y los K-dramas. Todo creó una bola de colores divertida, entretenida, novedosa y que estrechó lazos con los compañeros de ese momento. Pero ese conjunto de orientalismo (incluso de tópicos/clichés), otakuísmo, weeabooísmo y koreabooísmo (vaya bomba de relojería, jaja), como todo lo intenso que se cruza en mi vida, terminó por ser demasiado.

Y todo se atenuó. 

Hay gente que mantiene vivos sus intereses intensos por muchos años (incluso toda la vida), pero en mi caso no tengo tanta energía para todo a la vez y con la misma intensidad (sobre todo si cada vez se suma más y más gente).

Todo se atenuó.
Pero no se apagó.
Lo que pasó es que decidí racionar en pequeñas dosis, centrándome en una cosa o unas pocas dependiendo de la "racha". Empecé quedándome con Japón por serme más familiar y tener más peso en mí de años atrás (sobre todo por el idioma, el anime y la música). Durante unos años estuve explorando otras facetas de las que no tenía tanta información (cultura, pensamiento y sociedad, literatura, música más allá de idols...) y me fascinaba descubrir tantas cosas que no conocía y que iban más allá de contenido "gustable". Asimismo, llegaron los youtubers "in Japan", los que enseñaban su vida en ese país (muchos de ellos sin hablar exclusivamente de sus hobbys otaku). El interés por lo "cotidiano" no hacía más que multiplicarse. De hecho, empezaron a rondar mi cabeza ideas relacionadas con estudiar el idioma allí, o empezar primero aquí y luego irme, etc. Todos los planes de futuro me parecían apasionantes, pero algo lejanos, también. Notaba que quizás no me iba a durar la paciencia para esperar a ir hasta allí.
De todas formas, como ya había experimentado años atrás rachas de interés que me trajeron experiencias y frutos muy útiles (ej: aprender alemán e ir a conciertos cuando me dio por Tokio Hotel), pensé que debía aprovechar ese chorro de motivación y dirigir mis pasos hacia un objetivo concreto: Japón. Estaba convencida. Lo vislumbraba con mucha claridad en el horizonte.
Pero parecía que nunca llegaba.

 

Por más que me esforzaba, parecía que no era suficiente. Solo desearlo con todas fuerzas no bastaba, ni tampoco tragarse 347929 vídeos informativos de trucos, becas o páginas web de testimonios de otras personas. Y aunque gracias a este objetivo empecé a trabajar por primera vez en trabajos de verdad... tampoco fue suficiente. 
Parecía como que el universo hubiera puesto en mis labios una gota de la mejor miel y luego no quisiera darme una cucharada entera. Todo se resumía en "quedarme a las puertas": a las puertas de estudiar japonés en la universidad, a las puertas de ir a una academia (por horario y por no poder pagar), a las puertas de ir de intercambio, a las puertas de ganar sorteos u obtener becas... Al final agarré la poca motivación que me quedaba y empecé a estudiar el idioma por mi cuenta, aunque fuera de forma interrumpida y sin constancia (y tampoco me llevaba a ninguna parte, porque todo eran conocimientos superficiales). 
No obstante, gracias a Dios también hubo cosas buenas por el camino.

Aparte de conocer a gente con los mismos intereses (muchas personas con las que sigo en contacto actualmente), gracias a la ayuda de buenos (y pacientes) amigos, al cabo de los años pude sacarme el N5, el nivel más básico de lengua japonesa, aunque luego todo quedó ahí porque yo misma no supe cómo seguir.
Finalmente, al año siguiente terminé la universidad y de casualidad encontré un trabajo parcial que me permitió ahorrar (aunque sin excesos) para pagarme un viaje a Japón. Casi de la noche a la mañana, cuando casi ya daba por "perdido" o "no prioritario" algo así, se abrió un camino y pude ir con mi amiga de vacaciones 20 días en verano (la única época que nos iba bien a las 2). Yo que pensaba que iría de golpe varios meses a estudiar allí, empecé yendo en plan vacaciones (lo cual agradecí, porque así entras de forma más "suave" y acompañada).

Me sentí increíblemente afortunada de haber logrado uno de mis objetivos, uno de lo que había sido mis sueños durante tantos años. Y digo "había sido" porque cuando lo viví, noté que algo no estaba fluyendo como cuando años atrás había imaginado estar allí, en Japón. Si bien lo estaba pasando muy bien y salió todo a la perfección, habían pasado tantos años desde que había planeado ir a Japón a algún día (con 332324 vídeos de youtubers vistos), que notaba como que... ¿no estaba tan eufórica como pensaba?

¿Es que la euforia se puede planear?

Eso me había creído. 
Había ido acumulando tantas expectativas durante años, soñando durante noches seguidas que cogía un avión hasta allí y que lloraba de emoción al ver ese "Welcome to Japan"... que cuando llegó el momento lo tenía tan ensayado que me chocó no notar algo parecido a esa emoción característica de abrir un regalo. Fue... como cuando masticas un chicle durante mucho rato. Sigue sabiendo a fresa, pero de forma muuuy sutil.
Hubo momentos que intenté hasta forzarme a estar eufórica (aunque muchas veces sí que salió solo, gracias en gran parte a estar acompañada), pero me entristeció un poco notar que mis reacciones y sentimientos no se correspondían con lo previamente "ensayado" (o, en realidad... dictado por personas que habían ido antes). 
Llegué a la conclusión siguiente: había dependido tanto de expectativas formuladas por otras personas, que no me había dado cuenta de que en realidad no se correspondían conmigo y mi forma de ser. Había puesto el modelo incorrecto de enchufe (tal cual como pasa en Japón, jaja). Notaba como que "se me quedaba corto" todo lo que había dicho esa gente de Internet que era impresionante (y lo cual había rayado tantas veces). Lo había visto miles de veces, ¿qué novedad había?
  • Aprovecho para decir: ¿lo veis, niños? Los spoilers matan la emoción.
Ese viaje marcó un antes y un después entre Japón y yo. Al principio llegué a pensar: "pues nada, has llegado demasiado tarde. Ha sido divertido y muy bonito, pero te has perdido la parte del espectáculo donde sientes con más intensidad". Me mataba ese sentimiento. Me mataba la mirada de decepción de mi "yo" del pasado.
Afortunadamente, con el paso de los meses y al ir asentándose todo (la verdad es que había mucho que procesar), pude notar que realmente no había experimentado una decepción, sino un cambio de perspectiva. Y, en realidad... no me disgustaba. Tardé un poco en llegar a esa conclusión, pero vi que realmente me había dejado buena sensación. El sentimiento era positivo. Había vivido la experiencia de una forma diferente a lo esperado porque lo había estado basando todo en mi "yo" del pasado. No es que Japón se me hubiera quedado corto, es que no había estado en sintonía con mi "yo" de ese momento, el cual buscaba otras cosas en el presente. Es como cuando después de años ya no te parece tan impresionante el taller de hiragana de un evento de anime y manga. 
Noté que realmente había sido un viaje que me había hecho feliz a pesar de ser distinto a lo esperado porque al cabo de los meses hubo tardes y noches que se me encogía el pecho echando de menos estar por allí. Cuánto más tiempo pasaba del viaje, más intenso era. Nunca me había pasado algo así. Sentía que debía volver, que necesitaba más tiempo para verlo todo bien y, esta vez, disfrutarlo sabiendo cómo es y sobre todo: sabiendo cómo soy yo. Y dejarme llevar.



En cuanto a Corea, recapitulando un poco, mientras estaba pendiente sobre todo de Japón, también investigaba sobre Asia en general porque ya tenía el interés, pero de alguna manera... todo terminaba en Corea. Y ya no en forma de cultura pop, sino igual que la "segunda etapa" de Japón: interesándome por la cultura, pensamiento y sociedad, literatura, música más allá de idols... Hasta entonces, por mal que suene, lo poco que había visto de Corea era solo hallyu, y lo llegué a ver como un "intento de copia de Japón" (por el estilo de las boybands, merchandising cute, gastronomía...).
Estaba totalmente equivocada.
Cuanto más profundizaba, más veía lo poco que sabía y lo mucho que me quedaba por aprender, y eso hacía que me llamara más la atención. No tenía ni idea de la influencia mutua que históricamente habían experimentado ambos países y que iba más allá de la cultura pop actual. Puede sonar básico o de suspenso en cultura general, pero no fue hasta hace unos pocos años que supe acerca de la ocupación japonesa en Corea. Lo aprendí en la universidad, cuando mi amiga y yo tuvimos que hacer una presentación sobre el conflicto de las 2 Coreas. Y de nuevo, me llamó la atención porque, por una vez, Japón no era "el bueno". Fue uno de los momentos en los que noté que empezó a agrietarse la fachada de perfección que había construido en mí desde... seguramente... la infancia.
Y eso me retó a seguir profundizando. Cabe añadir que, encima, la fonética de ambos idiomas me parecía adorable, así que el coreano también tenía todos los números para atraerme a través de ese aspecto también (spoiler: ha pasado).

En 2017, a pesar de que hacía años que había dejado de lado el mundo hallyu, seguía suscrita a los canales de música de K-Pop porque igualmente me gustaba ver las novedades para guardarme las que más me gustaban. Y bueno, como bien es sabido, aparecieron BTS y... todo se encendió de nuevo. 
No quiero decir que ellos hayan sido el único motivo para recuperar al 100% el interés por Corea, pero sí que han sido un gran aliciente. Me han hecho revivir el sentimiento de fan que hacía años que creía perdido (como siempre, solo dormía). Pero una cosa sí es cierta: años después ya no vivo la cultura hallyu de la misma manera. La disfruto, pero la raciono más. Me dejo llevar más y la disfruto sin presiones, siguiendo lo que me apetece y ya está. Aunque me permita explayarme, no siento que tenga que estar al día al 100% ni demostrar nada a nadie. Tampoco consumo todo el contenido. Es simplemente un complemento más, lo que me interesa son los grupos que me interesan (que realmente es solo 1, el resto es más casual). 

Asimismo, al recuperar el interés por Corea, al igual que pasó con Japón, me ha hecho interesarme por facetas que van más allá de la cultura pop. Me interesa mucho el cuidado facial (aunque ese interés siguió vivo aunque no estuviera con el hallyu), la cultura, el pensamiento y sociedad, la historia, la literatura, y por supuesto: el idioma. Esta vez, no obstante, no he querido caer en la misma piedra que con el japonés y he querido estudiarlo en cuanto he notado la primera gota de motivación, para aprovechar el tirón al máximo (y bueno, ayuda bastante haber podido pagarlo de mi bolsillo gracias a haber encontrado un trabajo). 
Además, he ido descubriendo que también me satisface... ¿visualmente? a muchos niveles: con la moda coreana, las cafeterías, el estilo minimalista, la decoración de interiores e incluso de la fotografía en general. 

Me calma. 

Desde hace unos años, al haber tanto tráfico en Internet, me refugio en la fotografía y vídeos que no abrumen demasiado, y tanto de Corea como de Japón he encontrado cuentas de Instagram y Youtube que me gustan mucho. 
Siento que Corea tiene mucho que ofrecer que desconozco y que sacia mi sed de constante aprendizaje. A día de hoy se puede decir que ambos países confluyen en mi vida y en mi interior sanamente. Ambos me aportan cosas distintas pero que me satisfacen (algunas a veces también son parecidas). No noto esa "competitividad" que años atrás había visto (incluso en mí, intentando ponerme de lado de uno o de otro, lo cual es absurdo). De todo se puede aprender y disfrutar. 

Examinadlo todo; retened lo bueno.

Resultados de la búsqueda

Resultados web

1 Tesalonicenses 5:21-23
Estoy muy contenta de poder tener en el presente cosas que me motiven y que me hagan aprender. La verdad es que no sé dónde me llevarán estos intereses, pero ya no me importa no saberlo. Como dijo mi primo inglés el año pasado al hablarle de mi interés por ambos países (y confesarle que no tenía ni idea de qué hacer con todo esto):

At least you have something that you're passionate about! This will surely take you somewhere.
Tened cosas que os motiven. Os llevarán a algún sitio, seguro.

Muchas gracias por leer ♥


Comentarios

  1. ¡Qué alegría leerte! Me alegro mucho cada vez que escribes algo ^^ Forma parte de las cosas bonitas que tiene la vida :) A veces, vengo de visita, y me quedo un ratito leyendo entradas antiguas. Es algo que me reconforta mucho (se agradece en momentos difíciles como este)^^

    Me encantan tus reflexiones porque, además de que permiten conocer una faceta de ti, aprendo mucho con ellas :) Me siento muy identificada con algunas cosas de las que mencionas como, por ejemplo, la toma de contacto con la cultura japonesa, y ese cambio de perspectiva. Yo pasé por esa transición también (omitiendo lo del viaje, claro), y sentí que una parte de mí «desaparecía» porque, por mencionar un ejemplo, ya no disfrutaba tanto del anime como antes. Al final me acabé dando cuenta (y gracias a charlar contigo también :D) que no era algo malo. La cultura pop no es el centro tampoco, en mi caso. Tengo otro tipo de intereses e inquietudes :)

    Me alegro mucho de que Corea te aporte también tantas cosas buenas :) Espero que algún día puedas visitar el país (estoy segura de que será así) y puedas seguir empapándote de la cultura coreana ^^

    Muchas gracias por la entrada ♡ Espero que estés pasando un buen día :*

    P.D.: Me encanta la imagen final ♡

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tu visita, Raquel! 💕 Siempre me alegra mucho entrar y ver que hay un comentario tuyo :')
      Y muchísimas gracias por dedicar también tiempo a leer publicaciones antiguas, wow!! Lo aprecio mucho 😭

      Es curioso que seamos varios los que vayamos experimentando ese cambio de perspectiva con Japón~ Supongo que después de tantos años queremos explorar cosas nuevas dentro de lo que nos gusta ^^ No nos conformamos con lo mismo. Es bueno tener inquietudes diferentes!

      Gracias por los buenos deseos siempre! 💓 Sin duda muchos de mis planes se han llevado a cabo porque hay personas como tú que han creído en mí hasta cuando yo misma no lo he hecho...

      Te deseo una buena semana y que este mes te sea leve dentro de lo posible <3 que aunque sea haya pequeñas cosas que mantengan tu corazón alegre ^^

      Un abrazo! 🌸

      Eliminar

Publicar un comentario

¡Gracias por tu tiempo! / Thank you for your time!

Entradas populares de este blog

Anime: Card captor Sakura [Aviso: ¡post largo!]

5 centímetros por segundo

BTS en el Wembley (1 de junio de 2019)